Seguro que todos hemos oído hablar o de hecho sufrimos en nuestras carnes una alergia alimentaria. Los huevos, el marisco, algunos frutos secos, etc; son alimentos que provocan reacciones en algunos de nosotros del tipo de hinchazón, sarpullido, eccema o broncoespasmo. Estas reacciones se deben a alergias inmediatas, es decir, de las que tienen lugar en las seis horas siguientes a entrar en contacto con el alimento que las origina. Pero, ¿son estas las únicas alergias producidas por lo que comemos?
Por desgracia para nosotros, la mayoría de las reacciones alérgicas asociadas a alimentos pasan desapercibidas. La mediación de las IGE, responsable de las alergias inmediatas, es minoritaria, mientras que las mediadas por IGG o linfocitos son más frecuentes, pero al no producirse en las horas siguientes al consumo del alimento, no lo relacionamos con ello.
En general, los alimentos que más consumimos son los que más fácilmente podrían desarrollar una alergia. Esta podría empezar por una intolerancia, favorecida por una hiperpermeabilidad de la pared intestinal, que dejaría pasar moléculas demasiado grandes y que provocarían la respuesta del sistema inmune. Síntomas como gases, dolor abdominal, digestiones lentas o difíciles, pesadez, dolor de cabeza, etc, que se presentan un día cualquiera, pueden estar relacionadas con algo que comimos en los días anteriores, lo cual dificulta el diagnóstico de estos pacientes.
En principio, cualquier persona que sufra de manifestaciones alérgicas del tipo eccema, sinusitis, broncoespasmo o picores; debe descartar que algún alimento provoque o acentúe estos signos. También, cuando los síntomas de mala digestión que hemos señalado anteriormente no pueden ser asociados a una hipoclorhidria o un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino, es preceptivo estudiar al paciente desde la perspectiva de las alergias.
Algunos autores manifiestan que en los casos de mala digestión, es mayoritario el origen alérgico alimentario, por encima del sobrecrecimiento bacteriano o de la hipoclorhidria.
No obstante, el diagnóstico no es sencillo, ya que ninguna prueba puede decirnos con exactitud que alimentos nos provocan reacciones alérgicas, incluso muchas de éstas nos pasan desapercibidas porque son totalmente asintomáticas. Además, se dan casos en que después de hacer una dieta de desafío para descubrir que alimentos nos provocan reacción y descubrir que ninguno lo hace, al volver con toda la alimentación de nuevo, los síntomas reverdecen con mayor fuerza o con cambios en su manifestación. Esto nos hace pensar que las mezclas de algunos nutrientes pueden causar la reacción en algunos individuos con lo que la dificultad en el diagnóstico y el tratamiento aumenta considerablemente.
Averiguar que alimentos están relacionados con los padecimientos que sufrimos y eliminarlos de nuestra dieta puede darnos unos resultados sorprendentes, logrando dar con la solución a problemas que nos ´habían hecho peregrinar por un sinfín de especialistas, vaciando nuestras carteras y nuestras esperanzas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario